El sobrepeso y la Obesidad, son problemas de salud pública, que Méxica lleva años combatiendo. Hasta la fecha, no se ha encontrado o implementado una estrategia cien por ciento eficaz, para contener esta epidemia mundial, un ámbito que ha toma gran revuelo, es el trabajo conjunto de la modificación de hábitos alimentarios y las emociones que motivan o reprimen el acto de comer, para después llevar a la compulsión del alimento.
El acto, en sí mismo, tiene una carga social muy importante, es un mecanismo, a través del cual nos relacionamos interpersonalmente, tomando en cuenta esto; se ha desarrollado el término de Alimentación emocional y el comer emocional, pero, ¿De qué trata?
El comer emocional es un término que refiere al uso de los alimentos como un mecanismo disfuncional de afrontamiento de las emociones negativas, por su lado, el estrés es definido como una amenaza por cortos o largos periodos de tiempo, en donde se ve alterada la homeostasis (equilibrio) del individuo.
Frente al aumento del estrés percibido y de la aparición de emociones negativas el estudio de Davis C, Strachan S, Berkson M (2004), señaló que la dopamina y otras sustancias cerebrales asociadas a las emociones positivas se secretaban en menor cantidad en las personas con exceso de peso, lo que significa que necesitan consumir más alimentos para que se active el sistema de recompensa. El efecto reductor del estrés está dado por el consumo de alimentos reconfortantes, y que tienen relación con alimentos altos en azúcares que activan el sistema de recompensa, siendo utilizado en personas con estados de ánimo deprimidos, como una manera de aliviar los sentimientos adversos. Sin embargo, el consumo excesivo de este tipo de alimentos podría conducir a obesidad lo que aumenta, nuevamente la vulnerabilidad a depresión y ansiedad, como emociones negativas crónicas.
Referencias:
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